22 abr 2011

De pitos, himnos y banderas

En la noche valenciana, los pitos de los seguidores independentistas del Barça pretendieron ahogar los acordes del himno nacional español, algo que casi logran si no es por el tarareo sin letra que contrapusieron muchos madridistas (y quién sabe si algún culé no catalanista), el "lo-lo-ló-lo-lo" que emociona más por su voluntarismo que por otra cosa. En una competición nacional entre equipos españoles (pese a quien pese), las banderas de los clubes, y -si acaso- las de las ciudades de origen de los mismos, serían las que deberían tener protagonismo en circunstancias normales, pero dado el estado de cosas tan folklórico que nos caracteriza a los nacionalistas de uno y otro signo, no está del todo fuera de lugar engalanar el trofeo de la Copa del Rey (de España) con la bandera constitucional del Estado español, que a todos representa. Eso a mí, sí me emociona.

2 comentarios:

  1. Anónimo26/4/11

    Soy republicano, pero me entristece cuando estos asnos pitan o abuchean un himno o una bandera que hoy en día representa e España.También me molesta cuando abuchean a otras banderas como la inglesa o americana. Cuando silban un himno o abuchean a una bandera no están abucheando e insultando a un presidente o Rey, están insultando a todas las personas de la nación una por una. Por qué los periodistas dicen que esto se puede hacer porque lo primero es la libertad de expresión. Les gustaría que les dijera a la cara: " me cago en tu puta madre" amparándome en mi libertad y no escondiéndome cobardemente en la masa. Qué pasaría si en un acto en Cataluña nos pusieramos a pitar els segadors, seguro que los mossos nos darían una buena tunda de palos.
    Que pena que unos gochos nous arruinen un espectáculo tan bonito.

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  2. Anónimo26/4/11

    Me parece muy acertado tu comentario: yo también simpatizo más con el sistema republicano, pero estamos en una monarquía parlamentaria, con una Democracia de hecho en un Estado de derecho, y nos une una Constitución y una bandera, además de una historia, una cultura y unos intereses comunes. Nada de lo anterior es incompatible con la pluralidad y la diversidad de todas las regiones y países que integran el Estado español. Lo que suma enriquece, lo que excluye, empobrece.

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